“Walk on the Wild Side” (Lou Reed, 1972)


Una invitación a alocarse, despojados de todo prejuicio, es la esencia del más famoso clásico de Lou Reed, cuya muerte la pasada semana enlutó al mundo del pop-rock: “Walk on the Wild Side”, caminar por el lado salvaje de la vida, fue a la vez himno contracultural y declaración de principios.
La caminata de Reed culminó el pasado 27 de octubre, sin esperanzas de recobrar una salud minada por demasiados excesos juveniles. Con el hígado transplantado y aparentando más años de los que realmente tenía, el autor de otros temas como “Heroin” y “Sweet Jane” dijo adiós a este mundo.
Tipo temperamental, a veces hosco, al menos Reed fue consecuente y se fue discretamente, sin aspavientos. Sus comienzos no fueron precisamente así: cuando todos sucumbían al blues, él se inspiró en los marginales de las grandes ciudades, y así acabó en La Factoría de Andy Warhol.
De hecho, le Mecenas del Arte Pop le produjo su primer disco con una agrupación efímera pero de culto, The Velvet Underground. Desde aquella etapa se destacó por sus letras a veces rabiosas, a veces depresivas, y por dibujar un mosaico de un mundo subterráneo del que nadie quería hablar.
A inicios de la década de 1970 pasó a trabajar en solitario, y en su álbum “Transformer”, producido por el camaleónico y andrógino David Bowie, incluyó “Walk in the Wild Side”, sin dudas el tema que reconocido de su vasta e intermitente carrera como compositor.
La canción es una serie de segmentos, más bien pinceladas, sobre la vida de algunos extravagantes personajes de La Factoría, el estudio neoyorquino donde Warhol reunía a bohemios y excéntricos con pretensiones artísticas, protagonistas de bacanales de alcohol y drogas que dejaban algo de arte.
Pese a que tocaba varios temas tabú en la época, como la prostitución y el travestismo, el tema cantado en primera persona fue fuertemente radiado y les dio a sujetos como Holly Woodlawn, Candy Darling y Jackie Curtis los famosos “15 minutos de fama” de que tanto hablaba Warhol.
La canción –perdonada por una censura que no entendió sus múltiples alusiones eróticas- tomó su título de una atrevida película de temática lésbica que protagonizó Barbara Stanwyck en 1962, a partir de la novela publicada seis años antes por de Nelson Algren.  
La canción culmina con un solo de saxofón, que Ronnie Ross grabó de una sola toma. Ross fue profesor de saxo de David Bowie cuando el músico británico tenía apenas 12 años, y la estrella pensó en su maestro al producir “Walk in the Wild Side”. El bajo estuvo a cargo de Herbie Flowers, músico de estudio al que solo le pagaron 17 libras por su inconfundible aporte.
Esta canción es una de las más representativas del llamado “glam rock”, un movimiento que se caracterizó porque los músicos se vestían de mujer y asumían poses homosexuales. De hecho, la relación que mantuvieron Reed y Bowie fue recreada en el filme “Velvet Goldmine” (Todd Haynes, 1998).
Se le han hecho muchas versiones a esta canción, incluida una con sabor cubano, en la segunda entrega del proyecto musical Ritmos del Mundo, con el Buena Vista Social Club. Cada vez que suena el pausado “du, du dú, du dú du”, inevitablemente habrá que recordar a Lou Reed y atraverse a caminar también por el lado salvaje de la vida. Pero con mesura…

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