Rikki, don’t lose that number (Steely Dan, 1974)

“¡Escribe algo de Steely Dan!”, me incordia gentilmente Sir Thomas, redentor del chaleco, jazzista de barrio rumbero que casi infarta cada vez que le confieso mis ganas de escribir primero sobre Dire Straits...
La sola posibilidad de que priorice a Mark Knopfler lo horroriza, y me enumera las mil y una razones que debería tener para dedicarle un clásico a Steely Dan, la banda estadounidense de jazz-rock que la revista Rolling Stones definió como “los perfectos anti-héroes musicales de los años 70”.
Por entonces cada loco tenía su tema, y el de Steely Dan eran las letras inescrutables y una búsqueda cuasi maniática de la perfección en sus grabaciones. El colmo fue el disco Gaucho, un álbum de siete canciones para el que contrataron 42 músicos de estudio y 11 ingenieros de sonido.
Walter Becker y Donald Fagen formaron la banda mientras estudiaban en la neoyorquina Universidad Bard. Tomaron el nombre de un personaje de la novela El almuerzo desnudo, de William Burroughs, un autor que ambos veneraban, y que quizás inspiró sus textos crípticos.
¿Quién sabe qué los seducía? Al parecer todo y nada. La mayoría de sus canciones contenían referencias muy personales, o era necesario ser una especie de doctor en Filología para desentrañar sus significados. Eran un desafío intelectual, no digamos ya artístico.
Aún así, lograron un status de banda de culto que todavía hoy disfrutan. Y aunque ganaron cuatro premios Grammy en 2000 por su álbum “Two Against Nature”, sus clásicos más recordados son de su primera etapa, en particular “Rikki Don't Lose That Number”.
Lanzado como sencillo en 1974, este tema dio apertura al tercer disco del grupo, “Pretzel Logic”, y llegó al cuatro lugar de la lista Billboard Hot 100 de aquel verano. Compuesta por Fagen, la canción abre con un intro de flapamba ejecutado por Victor Feldman, inspirado en un clásico del jazz, el “Song for my Father” de Horace Silver.
Jim Gordon se encargó de la percusión, y Jeff “Skunk” Baxter ejecutó el solo de guitarra que por entonces venía de cajón en cada pieza de rock, si bien “Rikki” caía más bien en el ámbito del jazz-pop.
La canción trata sobre alguien que le da su teléfono a una tal Rikki, y le pide que no lo pierda, porque a pesar de sus reticencias, ella no tendrá a nadie mejor que él para llamar. Sí, se creían un poco de cosas…
En 2006 se dijo que posiblemente la tal Rikki era la escritora Rikki Ducornet, quien conoció a Fagen en una fiesta universitaria, y aunque ella estaba casada y embarazada, él le dio su número de teléfono. Reacios como siempre fueron a explicar sus letras, Steely Dan nunca lo confirmó
Frank Zappa le dedicó par de burlas en el tema “Dupree's Paradise”, si bien Zappa no tenía paz con nadie. De todas formas, hace poco el propio Fagen dijo a la revista Rolling Stone que nunca le tuvo demasiado cariño a esa canción. “No es que fuera mala, estaba bien escrita, pero muy simple, y la ponían tanto que me fatigué de oírla”, explicó.
Quizás así sea, pero al final el gusto popular manda, y según ese juez Steely Dan no tuvo clásico comparable en éxito a “Rikki don’t lose that number”. Aunque Sir Thomas prefiera el “Deacon’s Blues”…

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