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Mostrando entradas de mayo, 2013

Your Song (Elton John, 1970)

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Solo Bernie Taupin sabe qué musa –o muso- lo inspiró aquella mañana de 1970 en los suburbios de Londres, que en un santiamén escribió la canción que inmortalizó al desconocido músico británico Kenneth Dwight: Your Song (Tu canción). Uno lo escucha, embelesado, y se pregunta qué demonios tiene esa cancioncilla so infantilona y ñoña, capaz de seducir a monstruos como Billy Joel y Rick Wakeman, y disparar al estrellato a Kenneth, quien no es otro que el inmenso Sir Elton John. Francamente, aquello no pudo haberle gastado más de tres neuronas al adolescente Taupin, que lo escribió en un sucio cuaderno con manchas de café, mientras desayunaban en la cocina de la madre de Elton, en Northwood Hills. Ambos llevaban poco tiempo asociados, pero trabajaban con fluidez. Y tanto así, que han colaborado en una treintena de álbums. El intérprete de otros temazos como Sacrifice y Candle in the Wind reconoce que Your Song es cursi, pero no tiene otra canción de amor como esa. Es la única

Mediterráneo (Joan Manuel Serrat, 1971)

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Quizás porque mi niñez sigue jugando en sus versos, Mediterráneo es de esas canciones que te transportan a épocas y parajes nunca vividos, que por alguna extraña razón logran poner melancólico incluso a un caribeño incurable como yo… Será porque de niño mi madre me hablaba de Joan Manuel Serrat con una familiaridad solo comprensible en sus contemporáneos: tan íntimo lo sentía, que en casa le decíamos “ el Yoanma ”, como si algún levante otoñal hubiera empujado su barca hasta esa ciudad sin costas donde nací, cuando agonizaban los años 70. Para saldar esa deuda sentimental, siendo apenas un estudiante me colé en el Teatro Nacional con un burdo carné de periodista y esta jeta de concreto, para ver a Serrat dialogar con su alter ego Tarrés, una memorable noche habanera del pasado siglo. Y como los caribeños también somos cantores y embusteros, nos gusta el juego y el vino, y sabemos ser marineros, Mediterráneo tenía todas las papeletas para convertirse en un tema imprescindib

Proud Mary (Creedence Clearwater Revival, 1969)

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La Habana ha cambiado, Cuba ha cambiado, el mundo ha cambiado, pero Mario Conde y el Flaco Carlos, su hermano de la vida, aún se emocionaban con la misma canción de sus años felices en el barrio La Víbora: Proud Mary… Abandonados al ron y los recuerdos, uno de los amigos comenta que John Fogerty canta como los negros, y el otro le corrige: canta como Dios… De una manera u otra, la escena es recurrente en la saga literaria de Conde, escrita por el cubano Leonardo Padura, Premio Nacional de Literatura 2012. Padura confesó a Orbe que le gustó y le sigue gustando ese icónico tema de Creedence Clearwater Revival (CCR), banda estadounidense que muchos aquí recuerdan como Aguasclaras, y de cierta manera su inclusión en las novelas es un tributo a su generación. “Decidí que fuera la canción que Conde y sus amigos escuchaban siempre, como un símbolo de que afuera la vida cambiaba, pero ellos invariablemente se refugiaban en una suerte de cápsula de un tiempo que para ellos fue mejor”,

Bohemian Rhapsody (Queen, 1975)

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   Tan campantes, los británicos afirman que Bohemian Rhapsody es mejor que el sexo, y después protestan cuando los acusan de “desabríos”. Y hay que entenderlos, porque se trata quizás de la canción más contundente, emotiva y liberadora en la historia del rock.    Pero pensándolo bien, musicalmente nada hay más parecido a un buen coito que el tema insignia de la banda Queen. Sus seis emblemáticas secciones tienen un equivalente reconocible en el sexo: de la tierna seducción al orgasmo emancipador.    Este clasicazo abre con una introducción a capella, cual cortejo susurrado. Sigue una balada envolvente que desarma cualquier reticencia; para dar paso a un solo de guitarra, intenso como los primeros besos, la ropa quitada a prisa y la posesión profunda.    El tramo operístico trae ráfagas de ímpetu in crescendo, hasta un rock trepidante como las embestidas que llevan al clímax sexual, expresado en la coda final, que retoma el tempo del inicio. Al cierre, un gong libera t

Blitzkrieg Bop (The Ramones, 1976)

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Ya está bueno de melaza, de cursilerías y tonadillas empalagosas. Le llegó su hora al querer. Hoy vamos a meter caña descreída, insolente y sin bandera, con tanta rabia y energía que nunca sabrás de dónde vino el golpe. Es hora de sacudir los sentidos, de armar bronca, de mandarlo todo al infierno… Es hora de Blitzkrieg Bop… Venerado como himno del “punk”, Blitzkrieg Bop fue también la carta de presentación de la banda neoyorquina The Ramones. Fue el primer single del piquete que legó otros clásicos del género, como I wanna be sedated, y que se dio a conocer en el club CBGB, meca del género en la Gran Manzana. Si bien el tema fue acreditado a la banda, fue compuesto en realidad por el bajista Dee Dee Ramone y el baterista Tommy Ramone. Es una trepidante canción de culto, reconocida por su famoso cántico “¡Hey, ho, let’s go!”, que los amantes del béisbol aún corean, sobre todo en el Yankee Stadium. La base de la canción es un sencillo modelo de tres acordes. “Blitzkrieg” es

Contigo en la distancia (César Portillo de la Luz, 1946)

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Dicen que una noche, en el club Sherezada, un curda importunaba a César Portillo de la Luz, pidiéndole que cantara “esa canción de Feliciano, esa que dice no hay bella melodíaaa…”, y con voz gangosa, se puso a berrear el mundialmente célebre Contigo en la distancia.   Armándose de paciencia, Portillo descansó la guitarra en un muslo, miró al impertinente y lo puso en su lugar: “Usted es un inculto. Esa canción no es de Feliciano. No es ni siquiera mía. Es de mi pueblo, que me la pide constantemente”. Y sobre el atronador aplauso comenzó a escucharse, inmenso, el inconfundible “No existe un momento del día, en que pueda apartarme de ti…” Nat King Cole, Pedro Infante, Lucho Gatica, Pedro Vargas, Luis Miguel, Caetano Veloso, Plácido Domingo, María Bethania y hasta Cristina Aguilera, cientos de voces de renombre mundial se rindieron ante el lirismo de la pieza compuesta en el lejano 1946, fruto de una pasión desbocada y juvenil. Portillo la cantaba como lo cantaba todo: como si

El amor después del amor (Fito Páez, 1992)

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Recuerdo la tarde de 2013 en que Fito Páez volvió a casa, es decir, a Cuba. Se vistió de un rojo litúrgico el 4 de diciembre, y como encomendándose a Santa Bárbara, cantó con los Van Van, y presentó un DVD por los 20 años de un disco de culto, El amor después del amor (1992). Aquella tarde de diciembre, el inolvidable señor Smith le preguntó a Fito qué había después del amor, y el rosarino, que tenía un humor maravilloso, le respondió todo sonrisas: “Amor”. Fue una conferencia de prensa multitudinaria y a la vez íntima, en la cual  Fito charló, fumó, rió y confesó algunos de sus motivos para serle siempre fiel a Cuba: el mar, el ron, los amigos… También nos contó sobre aquel álbum que sus amantes le debemos a la bella actriz Cecilia Roth. “Fue una experiencia muy inspiradora conocer a una mujer divina en un momento de mi vida en que no la estaba pasando muy bien. No creo en las etapas: los períodos oscuros o claros son tonterías. La vida es un rato, es compleja, y en ella l

Barracuda (Heart, 1977)

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Ahora que la banda canadiense Heart acaba de ser inducida al Salón de la Fama del Rock&Roll, entiendo menos aún cómo su tema insignia, Barracuda, no estuvo entre las mejores 500 canciones de todos los tiempos en ese género, seleccionadas por la revista especializada Rolling Stones. Quizás fue un ajuste de cuenta de las grandes discográficas a una canción creada para atacar a la industria de grabaciones musicales, una expresión de la furia de las hermanas Ann y Nancy Wilson contra una jugarreta publicitaria del sello Mushroom Records. Las Wilson se enteraron por un seguidor que Mushroom propagó el rumor de que eran amantes para seducir a los medios de comunicación y “vender” a la banda sin importar su valor artístico. Ann escribió la letra en el calor del disgusto, describiendo a sus promotores como seres arteros, hipócritas y al acecho, sin escrúpulos para atacar, como una barracuda, la temible “picúa” cubana”. Barracuda es un tema iracundo y que contagia su frenética f

La Casa del Sol Naciente

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Existe un local en New Orleans… Le llaman la Casa del Sol Naciente, y ha sido la ruina de muchos… Y Dios sabe que yo soy uno de ellos… Con esa entrecortada confesión arranca un himno del folk, The House of the Rising Sun (La Casa del Sol Naciente). Nadie sabe quién la compuso, ni cuándo, y todo a su alrededor son conjeturas, desde su origen, hasta la identidad del local que lo inspiró. Se dice que la melodía bebe de Matty Groves, una balada inglesa del siglo XVIII. Pero su leyenda comenzó oficialmente en septiembre de 1937, cuando Alan Lomas, el historiador estadounidense que descubrió al blusero Muddy Waters, grabó a la entonces adolescente Georgia Turner cantando The Rising Sun Blues. A todas luces, parece que la tal Casa del Sol Naciente era un burdel de New Orleans regenteado por la francesa Marianne Le Soleil Levant entre 1862 y 1874, cuando la Madama cerró por las quejas del vecindario. Pero también se piensa que fue un tugurio de juego y apuestas, de ahí las diferen

Gracias a la Vida (Violeta Parra, 1966)

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Quizás yo sea un tipo paradójico, pero con todo y ser un himno al optimismo y un canto a la paz interior, “Gracias a la Vida” siempre acaba deprimiéndome. Sin dudas es un clásico de la cancionística universal, pero qué quieren que les diga: me funde, me pone melancólico, existencial… de todo menos optimista.  Vaya cosas de la vida. Violeta Parra la compuso justo un año antes de suicidarse, y eso me lleva a preguntarme de qué demonios estaba entonces agradecida la gran artista chilena. Tal vez era su despedida, y de alguna manera nos decía que se iba sin remordimientos, satisfecha por el solo privilegio de haber nacido. Y vivido. Incluida en el famoso disco “ Las últimas Composiciones” (1967), Gracias a la Vida nació al parecer del dolor que sentía Violeta tras romper su idilio con Gilbert Favre. Es una canción cuidadosa, pulcra y sencilla, muy reflexiva y que invita a mirar adelante. Es un “ carpe diem ” latinoamericano que ha sido cantado por cientos de voces, in