Hotel California (The Eagles, 1976)
Quizás sus analistas más
delirantes tengan razón y “Hotel California” sea realmente un himno satánico:
como si hubiera pactado con Lucifer, el tema insignia de la banda
estadounidense The Eagles no envejece y tiene la rara virtud de gustarle lo
mismo al “friki” radical que al “fresa” cursilón.
Se trata, sin dudas, de
una de las canciones más polisémicas en la historia de la música popular. En
materia de lecturas, está al nivel de cualquier texto sagrado, y sin dudas lo
es, sobre todo para quienes asumen el rock como una religión, un estilo, una
actitud ante la vida…
De las más literales
hasta las más alucinantes, crípticas y estrafalarias, las interpretaciones
hechas al texto escrito por Don Henley a partir de los acordes de Don Felder y Glenn
Frey bastarían para llenar un profuso libraco capaz de demostrar cuán
enrevesada puede llegar a ser la mente humana.
Desde su salida al
mercado el 8 de diciembre de 1976, este improbable “single” desató un vendaval
de especulaciones sobre su enigmática letra, que narra las visiones de un
huésped en un seductor hotel de desenfreno y enajenación, del que resultaba
difícil, por no decir imposible, escapar.
Aunque los miembros de
la banda explicaron que era una metáfora del lado oscuro del sueño americano, muchos
la vieron como una exaltación a la droga y a las prácticas satánicas.
Por ejemplo, The Hotel
California tiene las mismas siglas (THC) que el tetrahidrocannabinol, el
principal ingrediente psicoactivo del cannabis, o sea, la marihuana.
También se dijo que el tal
hotel era uno de San Francisco donde Anton Szandor LaVey oficiaba sus misas
como Papa Oscuro de la Iglesia
de Satán, fundada en 1969. Sin embargo, ese fue un año clave en la
contracultura, y el propio Henley aclaró que lo invocó como una declaración
sociopolítica.
En la cuerda diabólica,
también se le vinculó a las misas negras que hacía el escocés Aleister Crowley
en el lago Ness, al manicomio Camarillo State, a la mansión Playboy y hasta hay
quien la entendió como una relación que termina en divorcio, con todas sus
etapas perfectamente identificables.
Sin dudas, California era
un antro de exceso y hedonismo, o al menos así la veían unos extraños como casi
todos los Eagles: de los cinco integrantes de entonces, solo Tim Schmidt era
californiano, pues Felder era de Florida, Henley de Texas, Frey de Detroit y
Joe Walsh de New Jersey.
Los versos iniciales describen
las impresiones del grupo acercándose a Los Angeles por carretera, viendo el resplandor
de las luces de Hollywood, entre una bruma que quizás era cansancio del viaje,
quizás letargo de “colitas”, un término mexicano para la marihuana.
Hay algunos guiños a
bandas como Steely Dan, Wishbone Ash y Jethro Tull, cuyo “We Used to Know”
tiene tanto en común con la progresión de cuerdas, que el vocalista Ian
Anderson solía reclamar en broma las regalías que le tocaban por su “aporte” a
Hotel California.
La melodía se le ocurrió
a Felder en Malibú, inventando con su guitarra acústica de 12 cuerdas y
grabando las ideas en casetes. A Henley le gustó particularmente lo que llamó
el “Mexican Reggae”, y una vez compuesto y grabado con el titulo actual, lo
defendió como single promocional del disco, aunque con sus seis minutos y medio
rompía con lo que quería la radio.
Fueron perfeccionistas
en el estudio, y dedicaron ocho meses a lograr el sonido que querían. De hecho,
ese año ganaron Grammy a Mejor Grabación, pero la banda no lo recogió pues
Henley no creía en premios. En mayo de 1977 alcanzaron la cima del Billboard, y
tres meses después del lanzamiento ganaron Disco de Oro por vender un millón de
copias.
Los Eagles se separaron en
1980, pero MTV los reunió en 1994 para grabar un Hotel California con ocho
guitarras acústicas y una introducción con aires flamencos, incluida en el
disco “Hell Freezes Over”.
Nada mejor para regresar
que relanzar este manifiesto surrealista de una época de hedonismo, autodestrucción
e inocencias perdidas... Es un himno que provoca en quien lo escucha el mismo
efecto que el Hotel California: “puedes despedirte
cuantas veces quieras, pero nunca podrás dejarlo…”
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