Gracias a la Vida (Violeta Parra, 1966)

Quizás yo sea un tipo paradójico, pero con todo y ser un himno al optimismo y un canto a la paz interior, “Gracias a la Vida” siempre acaba deprimiéndome. Sin dudas es un clásico de la cancionística universal, pero qué quieren que les diga: me funde, me pone melancólico, existencial… de todo menos optimista. 
Vaya cosas de la vida. Violeta Parra la compuso justo un año antes de suicidarse, y eso me lleva a preguntarme de qué demonios estaba entonces agradecida la gran artista chilena. Tal vez era su despedida, y de alguna manera nos decía que se iba sin remordimientos, satisfecha por el solo privilegio de haber nacido. Y vivido.
Incluida en el famoso disco “Las últimas Composiciones” (1967), Gracias a la Vida nació al parecer del dolor que sentía Violeta tras romper su idilio con Gilbert Favre. Es una canción cuidadosa, pulcra y sencilla, muy reflexiva y que invita a mirar adelante. Es un “carpe diem” latinoamericano que ha sido cantado por cientos de voces, incluso escandinavas.
A la italiana Laura Pausini le gusta incluirla en sus recitales, la estadounidense Joan Baez le dedicó un disco, y Arja Saijonmaa la grabó en finlandés (Miten voi kyllin kittää) y en sueco (Jag Vill Tacka Livet), junto al chileno Inti-Illimani. Pero nadie la cantó con el sentimiento y la hondura de la argentina Mercedes Sosa.
La inmortal Negra la convirtió en un éxito mundial con su disco “Homenaje a Violeta Parra” (1971), con una versión menos áspera pero igual de sentida. Tan suya la hizo, que cuando la Sosa murió en 2009, esa fue la canción que más le dedicaron.
Volviendo a Violeta, Gracias a la vida abrió su último disco, que grabó junto a sus hijos Isabel y Ángel, y el músico uruguayo Alberto Zapicán. Para muchos el álbum todo fue una suerte de epitafio adelantado, con otros temas como Run Run, Se Fue Pa'l Norte, Maldigo Del Alto Cielo, Volver A Los 17 y El Albertío.
En la grabación, Gracia a la vida cuenta con un acompañamiento de charango y percusión, pero igual pudo ser cantada a capella, porque la voz de Violeta es la gran protagonista de estas siete estrofas que agradecen siete dones cotidianos que dieron a luz uno excepcional: su propio canto.
Creo que las canciones más lindas, las más maduras (perdónenme que les diga canciones lindas habiéndolas hecho yo, pero qué quieren ustedes, soy huasa, y digo las cosas sencillamente como las siento), son Gracias a la Vida, Volver a los 17 y Run Run Se Fue Pa'l Norte”, confesó la folclorista, quien la solía cantar en sus espectáculos de la Carpa de La Reina hasta su suicidio, en febrero de 1967.
Hace tres años, el Festival de Viña del Mar organizó una votación televisada para escoger la mejor canción en la historia musical de Chile, y Gracias a la Vida estaba entre las 10 candidatas. Contra toda lógica, se impuso El Tiempo en las Bastillas, de Fernando Ubiergo. La polémica no se hizo esperar, pues ni siquiera el propio Ubiergo creía que su obra fuera mejor que el himno de Violeta.
Gracias a la vida, a la mayoría le importan un rábano los concursos televisivos: el lugar de Violeta Parra en los cielos nadie se lo puede quitar.

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