Bohemian Rhapsody (Queen, 1975)

   Tan campantes, los británicos afirman que Bohemian Rhapsody es mejor que el sexo, y después protestan cuando los acusan de “desabríos”. Y hay que entenderlos, porque se trata quizás de la canción más contundente, emotiva y liberadora en la historia del rock.
   Pero pensándolo bien, musicalmente nada hay más parecido a un buen coito que el tema insignia de la banda Queen. Sus seis emblemáticas secciones tienen un equivalente reconocible en el sexo: de la tierna seducción al orgasmo emancipador.
   Este clasicazo abre con una introducción a capella, cual cortejo susurrado. Sigue una balada envolvente que desarma cualquier reticencia; para dar paso a un solo de guitarra, intenso como los primeros besos, la ropa quitada a prisa y la posesión profunda.
   El tramo operístico trae ráfagas de ímpetu in crescendo, hasta un rock trepidante como las embestidas que llevan al clímax sexual, expresado en la coda final, que retoma el tempo del inicio. Al cierre, un gong libera toda la tensión generada…
   Versionada por los mexicanos Molotov (Rap, Soda y Bohemias), por los Muppets y hasta por el inesperado dúo de Elton John y Axl Rose, Bohemian Rhapsody es todo un himno musical que, 38 después de su lanzamiento, aún eriza e impresiona.
   Aquella fue la genialidad suprema del difunto Freddie Mercury. Rompió todos los moldes existentes sobre la estructura de una canción, y logró combinar de manera súper orgánica balada, ópera y heavy metal. Cuando se la propuso al resto de la banda, nadie sabía cómo entrarle.
   La grabación duró cinco semanas, y costó Dios y ayuda. Por entonces los estudios tenían cintas analógicas de 24 pistas, y para los coros fueron re-mezcladas 120 grabaciones separadas con las voces del propio Mercury, del guitarrista Brian May y del baterista Roger Taylor. Al bajo, silencioso, estuvo John Deacon.
   Cuando la canción estuvo lista, la discográfica se negó a lanzarla en single, asustada por su larga duración (5:55 minutos). Pero Kenny Everett la pasó por partes en su show radial, y la respuesta fue apoteósica. Triunfó en Gran Bretaña y en Estados Unidos antes de que fuera vendido como lado B de la canción “I’m in Love with My Car”.
   Ahora bien, nadie logra ponerse de acuerdo en qué demonios significa Bohemian Rhapsody. Por eso es mejor disfrutarla que intentar entenderla, aventurar hipótesis más menos posibles, o simplemente hacer una lectura literal: un pobre joven confiesa un crimen, y pasa por un purgatorio interior hasta que nada realmente le importa…
   En su misteriosa letra conviven un personaje de ópera (Figaro), un condenado por la Inquisición (Galileo), un bufón escurridizo (Scaramouche), el espíritu del Mal (Belcebú) y una apelación a Dios tomada del Corán (Bismillah, que significa “en nombre de Dios compasivo misericordioso).
   Se cree que hay mucho de autobiográfico y catártico en el tema. Quizás oculte alguna vivencia traumática del niño Freddie huyendo en 1964 de su Zanzíbar natal. O tal vez habla de su salida del closet, cuando en 1975 tuvo su primera relación homosexual, tras siete años junto a la mujer de su vida y posterior heredera, Mary Austin. Alguna culpa, algún demonio interior, quién sabe…
   Freddie nunca se molestó en explicarla. Ni falta que hizo. Ni falta que hace.

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