¿Tiene clásicos el reguetón?

Por favor, léase el artículo antes de excomulgarme, aunque sospecho que la mayoría de mis lectores habituales ya respondieron al título/pregunta con un categórico “¡NO!”. Y los comprendo, pero tampoco sería justo condenar al género solo porque abunden los arreglos cansinos y la bazofia lírica…

Ningún género es bueno o malo per se. Abundan los casos de bolerones insulsos, trovas infumables, sinfonías vacías, jazzeos pedantes, cancioncillas retontas y falsos profetas del pop. Sin embargo, nadie arremete contra esos géneros con la saña bíblica con que se ataca al reguetón.

El difunto Juan Formell -cuyo buen gusto musical nadie en su sano juicio osaría cuestionar- alabó la originalidad de intérpretes como El Misha, y consagrados como Gilberto Santa Rosa o Marc Anthony se aliaron al género urbano, atraídos por sus potencialidades rítmicas.

LOS ICONOS DEL “REGGAE GRANDE”

El término reguetón, acuñado en 1988 por el productor panameño Michael Ellis, significa “reggae grande”. Sus orígenes se remontan 40 años atrás, al reggae que cantaban en español los descendientes de los emigrantes jamaicanos que trabajaron en la construcción del Canal de Panamá.

Tal fue la inspiración del Padre del Regetón: Edgardo Franco, alias El General. Sus canciones fusionaban pelvis y sacudieron toda Latinoamérica a golpe de “Tu Pum Pum”, “Te Ves Buena” o “Muévelo”, quizás los primeros himnos de este género que nació en Panamá, pero despegó en Puerto Rico.


En la escena boricua el pionero fue Luis Armando Lozada, conocido como Vico C. Su single “Bomba para afincar” (1991) es considerado el primer hit de reguetón en Puerto Rico. Su obra incluye otros clásicos de más dura impronta rap, como “Jason”, “Tony Presidio” o “Explosión”.



Quizás el reguetonero más influyente ha sido Ramón Luis Ayala, Daddy Yankee. “La Gasolina”, incluida en el disco Barrio fino (2004), hizo del reguetón un fenómeno global y abrió el camino a futuras estrellas.



Entre esas sobresalió William Omar Landrón, o simplemente Don Omar, quien se consagró en 2003 con el sencillo “Pobre diabla”. 



Otro referente es Tegui (Tego) Calderón, ex-baterista de una banda de rock que legó el álbum de culto “El Abayarde”. Con clásicos como “Métele Sazón”, Tego canta a la clase trabajadora, y su lírica es divertida, pero enjundiosa.



Algo antes sonó el proyecto Cuentos de la Cripta con su letánico “El gato volador”, en tanto Héctor y Tito pegaron con “Felina”, antes de que llegaran Wisin y Yandel con hits como “Por mi reggae muero” y “Rákata”.



Pese a la misoginia imperante en las letras, las mujeres también se apropiaron del reguetón, siendo Martha Ivelisse Pesante (Ivy Queen), la reina del género. Su mayor éxito fue “Quiero bailar” (2005).

Mucha gente dice que no soporta el reguetón, pero les gusta Calle 13, ese irreverente dúo integrado por René “Residente” Pérez y Eduardo “Visitante” Cabra, quienes arremetieron contra todo estereotipo desde su “Atrévete-te-te”, primero de múltiples éxitos irreverentes, originales e inteligentes.



Sin embargo, tales propuestas son la excepción y no la regla en un género desprestigiado por sus propios “defensores”: se ha impuesto la vulgaridad, la pose, el arreglo facilista y el texto tonto. En resumen, el villano no es el reguetón, si no el mediocre que lo canta, la industria que lo vende y el público que legitima cualquier bodrio que lo ponga a “perrear”.

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