El padre Antonio y el monaguilo Andrés (Rubén Blades, 1984)


Entre cánticos religiosos y de corte social entonados para saludar la canonización de Oscar Arnulfo Romero destaca un clásico de la salsa consciente que compuso Rubén Blades como tributo al obispo mártir: "El padre Antonio y el monaguillo Andrés", contundente crónica musical insertada en el disco Buscando América (1984), recrea con ritmo y sentimiento la historia del arzobispo de San Salvador, asesinado por predicar contra la violencia.
   El tema sobrecoge por su arreglo y significación dentro del primer disco del artista panameño con los Seis del Solar, un álbum de culto cuyo alto contenido político le costó censura y reivindicación.
   Aquel fonograma de Elektra Records contenía "Desapariciones", que sintetizó el drama de miles de familias latinoamericanas, o el relato cantado "GDBD", acrónimo de Gente Despierta Bajo Dictadura.
   En la historia del Padre Antonio, Blades solo menciona a Romero en el pregón final, aunque los versos retratan el ejemplo del pastor salvadoreño, las circunstancias de su muerte y la impunidad del crimen. "Y entre el grito y la sorpresa, agonizando otra vez, estaba el Cristo de palo pegado a la pared. Y nunca se supo el criminal quién fue del Padre Antonio y su monaguillo Andrés", canta Blades, llamando luego a que "suenen las campanas".
  Al poner como protagonista a un cura español -el padre Antonio Teijeira-, Blades no circunscribe su canción-denuncia a Romero, y reivindica además a otros precursores de la Teología de la Liberación, como el colombiano Camilo Torres.
   Blades tampoco guardó un silencio cómplice con el militarismo estadounidense que apuntaló las dictaduras latinoamericanas, y en "Tiburón", arremetió a atacarlo para impedir que se tragara a "nuestra hermana El Salvador".
   Justo por el alcance y crudeza de su denuncia, Buscando América fue censurado en muchos países sometidos a regimenes militares, pero el efecto fue el opuesto, y el disco consagró a Blades, quien todavía recuerda y honra a Monseñor Romero.
   Hace tres años, cuando la Voz de los Sin Voz fue beatificado, el artista destacó el ejemplo de quien se comprometió con los necesitados sin expectativas de lucro o reconocimientos, asumiendo todos los riesgos con honestidad.
   "No soy de los que creen en milagros (...) Pero eso no implica que no crea en la maravillosa aparición de la decencia en el medio de la corrupción más grande, de la brutalidad más grande, de la violencia más grande", escribió Blades entonces. Y cerró el mensaje con una reflexión que esbozó en el indiscutible clásico que es la historia del padre Antonio: "aunque maten a la gente nunca podrán matar a las ideas. Por eso sus asesinos no ganaron, y Usted sí". Amén...

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